domingo, 3 de abril de 2016

Trabajo integrador 2

Como ya es costumbre en este curso, cada fin de semana aprendo y cuestiono ideas y pensamientos que antes ni siquiera pasaban por mi mente. Nuestro país tiene todas las capacidades para llegar a ser una de las potencias más importantes en el mundo. Las costas están repletas de tanto de animales como de climas que se prestan para la explotación turística, nuestros ecosistemas son tan diversos que se pueden plantar y cultivar cualquier número de alimentos en las distintas partes del país, y nuestra historia y tradición nos comprueba que desde nuestros orígenes el pueblo mexicano ha crecido y se ha encaminado a lo que cree es mejor para ellos. 
Sin embargo desde el surgimiento de la llamada democracia, esto parece que se ha ido olvidando. Pasamos de ser un país dispuesto a levantarse en armas por creer en la existencia del trato justo para todos sin importar la raza,  a un país conformista, dispuesto, pero a ignorar desapariciones, asesinatos, extorsiones, corrupción e impunidad, todo con tal de ver las sombras de algo positivo y de creer que su vida es digna. Esta práctica de democracia a la mexicana ha sido en parte causa de nuestro conformismo y miedo de enfrentarnos a la minoría poderosa, cosa que tuvo sus orígenes desde hace tiempo. Sin embargo no tiene sentido ir tan atrás, cuando en pleno siglo XXI hemos sido partícipes e inclusive cómplices del monopolio y manejo erróneo del país.
Uno de los objetivos de esta forma de gobierno es, como lo hemos visto un gran número de veces, mantener orden en el estado. Sin embargo, algo igual de importante pero olvidado, la democracia lleva como objetivo la representación y defensa de las personas, sin importar si son las minorías que con sus ideas nos invitan a pensar distinto a los demás. Quizá en un principio se respetaba esto, pero conforme fue avanzando la sociedad, estas personas con ideas distintas fueron volviéndose peligrosas para el propio estado, por lo que las fueron marginando e ignorando. Muchos pensaron que mientras no le pasara a ellos, no pasaba nada, y con el pasar de los años y sexenios, esta práctica de silenciar a aquellos que cuestionaban lo “normal”, se fue haciendo más y más presente. Ya con esta práctica, la gente permaneció con miedo y calló pues el gobierno se imponía de forma decisiva ante ellos. Pero hoy, con las herramientas que nos ha otorgado la tecnología, uno pensaría que el pueblo le podría ganar al estado.
Se ha intentado, pero en vano. Apenas hace un tiempo fuimos testigos de la desaparición forzada de cuarenta y tres jóvenes normalistas que estaban causando inconvenientes al gobierno. El año pasado vimos el despido de una periodista por sacar a la luz uno de los fraudes políticos y económicos más grandes en la historia del país. Cada día nos enfrentamos con historias de gente que no fue respetada por las autoridades, no por incumplir una ley, sino por incumplir el anhelo de las autoridades de mantener a un estado sumiso testigo de la caída del mismo. Pero el  pueblo mexicano parece no estar consciente de esto. No es porque no sepamos ver, sino porque no sabemos dónde. Los gobiernos se esconden detrás de noticieros y artículos comprados que los hacen ver buenos y misericordiosos. La gran mayoría del pueblo mexicano prende la televisión y ve estas noticias, y por verlo narrado por alguien quien creen se ha ganado su credibilidad, confían en todo lo que sale de su boca. El pueblo mexicano no sabe diferenciar entre creer y saber.
Desde una perspectiva más personal, yo y creo que muchos otros sufrimos del mismo problema. Desde pequeños a algunos nos decían, se diferente, piensa en grande. Desafortunadamente, las mismas personas que nos decían eso formaban parte del sistema que nos obliga a pensar igual que todos los demás y a aprender lo mismo. Es aquí cuando nos enfrentamos a un problema tanto de principios como de costumbres. ¿Qué tantas ideas son originales? ¿Cuántas cosas diferentes se podrán pensar que no hayan sido pensadas por alguien más? En la lectura de Ortega y Gasset, el autor nos invita a aprender a diferenciar entre una idea y una creencia. Esto es de suma importancia pues uno como persona pensante y analítica, debe saber distinguir y entender el origen de sus acciones. Las ideas, como lo dice la lectura, son el “pensamiento que se le ocurren acerca de esto o de lo otro y los que se le ocurren al prójimo al prójimo y él repite y adopta.”. Como me cuestionaba anteriormente, la originalidad en una idea es muy poco probable. Es por eso que nuestras ideas son pensamientos adoptados provenientes de otras personas u otras situaciones. Por el contrario, las creencias son un conjunto de ideas que en conjunto intentan explicar que es lo que somos (nuestra identidad).
Este punto se conecta directamente con la lectura que habla del caso de Damaris González, víctima del sistema. El gobierno tiene como fin proteger a su estado de cualquier injusticia, pero cuando ellos mismos son los que nos causan este tipo de agravio, no les queda de otra más que probar que no fueron ellos los que cometieron tales delitos. Esto nos hace cuestionar un problema aún más importante. ¿Nuestros gobernantes son capases de tomar las riendas de este país? La respuesta es un contundente no. Digo contundente por los recientes resultados tanto en materia económica como de seguridad jurídica. Un gobierno capaz debería de poder mantener el orden y la paz dentro de sus habitantes, pero en México un gran número de personas son desaparecidas cada semana, y la pobreza no deja de aumentar.
Pablo Fernández Christlieb hace un análisis muy adecuado de como las sociedades han ido percibiendo y valorando de forma distinta los objetos y eventos a lo largo de la historia, empezando con la separación de los colores mismos. Antes un color era no un elemento, sino un atributo y característica de algo. La tierra era café por lo tanto lo café era tierra, y esto mismo pasaba con lo verde del bosque o lo azul del cielo. No es hasta la edad media que por primera vez un color empieza a desprenderse del objeto y a identificarse con algo no necesariamente objetivo. El rojo fue el primero en conseguir esto, al empezar a representar estatus y realeza. Esto surgió en una época en la que no había variedad de objetos y creaciones, por lo tanto robar un elemento tan insignificante para nosotros como lo es hoy en día un vaso de agua, podría castigarse con la pena de muerte en algunos casos. Esto es debido a que entre más escasez haya de algo, mayor va a ser su valor, sin importar cuál es su objetivo. No es hasta años después que el objetivo del artefacto, sin importar el número que había, le daba valor. Esto se empezó a notar con la creación de libros, que ya no solo se valoraba por el arduo trabajo de hacerlo, sino también por el contenido del mismo. Sin embargo aún con esto solo se valoraba lo físico y palpable, por lo tanto la música o los olores eran cosas  inexistentes o poco importantes, ya que no se sabían percibir. La percepción de tales cosas no llegó hasta décadas después, cuando la mente humana tuvo la capacidad y tiempo de poder apreciar aquellas cosas que no se encuentran dentro de uno, sino afuera.
No es hasta el siglo XI cuando se empieza a hacer el intento de separar y clasificar elementos que antes se creían eran un único objeto. Esta clasificación podría ser atribuida como la causante de discriminación y racismo que existe hoy en día. Mientras que tiene un origen honesto, como lo es el de saber diferenciar entre un ave y otra, los humanos intrínsecamente buscarán darle un valor distinto a cada una de las clasificaciones, intentando obtener o formar parte de aquella más exótica o rara. Tal es el caso hoy en día de cualquier sociedad o país consumista. Antes con el solo hecho de tener un teléfono era suficiente para saciar cualquier necesidad. Con los “avances” tecnológicos, cualquier cosa se ha vuelto más compleja, y con esto su valor ha ido subiendo pues no solo desarrollan nuevas funciones, sino que generan falsas necesidades que obligan a la gente a obtener dicho producto. De aquí en adelante, poco a poco la sociedad se empezó tanto a separar como nombrar cada cosa, desde los tipos de piedras hasta los números de las casas.
Me es muy curioso porque este proceso que se fue desarrollando a lo largo de la historia para formar la sociedad que tenemos hoy en día, es muy parecido al de un ser humano a lo largo de su vida. De pequeño una persona tiene los sentidos muy poco desarrollados y actúa conforme a lo que ve con sus ojos. Si algo le gusta lo toma y si no llora o lo tira. Es un sistema muy básico pero efectivo para saber qué es lo que uno quiere. Sin embargo cuando crece ya empieza a tomar en cuenta otros factores como el olfato, modificando y haciendo más únicas y específicas aquellas cosas que uno quiere. El siguiente paso es aquel que la sociedad impone sobre las personas: el valor económico. En ese momento ya no solo es valioso algo que uno ve y le gusta, pues uno ahora tiene que ver si alguien más lo tiene, porque si es así ya no es tan valioso pues es accesible para todo mundo. Se nos empieza a olvidar que inclusive lo más básico y común como lo puede ser un amanecer, puede llegar a ser más valioso que cualquier objeto físico escaso. Esto lo puedo conectar con la primera unidad en la que vimos la epistemología y las tres formas de relaciones entre el conocido y el conocedor, la más común siendo el distanciamiento de aquello que nos dicen no es valioso por más necesario que sea, y la última siendo el encantamiento, dándole un valor sobrenatural a algo por el simple hecho de ser escaso.

A final de cuentas la sociedad modifica y altera las creencias de otros con tal de que se haga lo que les convengan. Se puede usar como ejemplo la mercadotecnia enfocada en el consumismo, al igual que los discursos religiosos que de igual manera nos hacen creer algo que no necesariamente estamos seguros de que existe pero por el bien de la sociedad tiene que ser. Es importante (y por eso estoy sumamente agradecido con esta unidad) saber identificar como individuo un saber de un conocimiento al igual que de una idea. 

Links: Como referencia a otros conocimientos dejo un par de links para expandir el conocimiento sobre el rol que juegan ciertos factores para nuestra pirámide de valores:
http://www.upworthy.com/teachers-are-doing-one-of-societys-most-valuable-jobs-but-we-sure-dont-treat-them-that-way
Como primer link es un artículo que habla sobre uno de los trabajos menos valorados, como lo es el de un maestro.Como dice la página, este trabajo es indispensable y de suma importancia para el crecimiento de una sociedad, sin embargo la misma sociedad no está dispuesta a otorgarle a estos trabajadores un salario que en verdad represente el trabajo que estan haciendo. 

http://lifehacker.com/why-were-so-materialistic-even-though-it-doesnt-make-1486081424
El segundo link intenta explicar porque vivimos en una sociedad tan materialista y lo que esto genera y nos hace sentir.  

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