Como ya es costumbre en este curso, cada fin de semana
aprendo y cuestiono ideas y pensamientos que antes ni siquiera pasaban por mi
mente. Nuestro país tiene todas las capacidades para llegar a ser una de las
potencias más importantes en el mundo. Las costas están repletas de tanto de
animales como de climas que se prestan para la explotación turística, nuestros
ecosistemas son tan diversos que se pueden plantar y cultivar cualquier número
de alimentos en las distintas partes del país, y nuestra historia y tradición
nos comprueba que desde nuestros orígenes el pueblo mexicano ha crecido y se ha
encaminado a lo que cree es mejor para ellos.
Sin embargo desde el surgimiento de la llamada democracia, esto parece que se ha ido
olvidando. Pasamos de ser un país dispuesto a levantarse en armas por creer en la existencia del trato justo para
todos sin importar la raza, a un país
conformista, dispuesto, pero a ignorar desapariciones, asesinatos, extorsiones,
corrupción e impunidad, todo con tal de ver las sombras de algo positivo y de creer
que su vida es digna. Esta práctica de democracia
a la mexicana ha sido en parte causa de nuestro conformismo y miedo de
enfrentarnos a la minoría poderosa, cosa que tuvo sus orígenes desde hace
tiempo. Sin embargo no tiene sentido ir tan atrás, cuando en pleno siglo XXI
hemos sido partícipes e inclusive cómplices del monopolio y manejo erróneo del
país.
Uno de los objetivos de esta forma de gobierno es, como lo
hemos visto un gran número de veces, mantener orden en el estado. Sin embargo,
algo igual de importante pero olvidado, la democracia lleva como objetivo la
representación y defensa de las personas, sin importar si son las minorías que
con sus ideas nos invitan a pensar distinto a los demás. Quizá en un principio
se respetaba esto, pero conforme fue avanzando la sociedad, estas personas con
ideas distintas fueron volviéndose peligrosas para el propio estado, por lo que
las fueron marginando e ignorando. Muchos pensaron que mientras no le pasara a
ellos, no pasaba nada, y con el pasar de los años y sexenios, esta práctica de
silenciar a aquellos que cuestionaban lo “normal”, se fue haciendo más y más
presente. Ya con esta práctica, la gente permaneció con miedo y calló pues el
gobierno se imponía de forma decisiva ante ellos. Pero hoy, con las
herramientas que nos ha otorgado la tecnología, uno pensaría que el pueblo le
podría ganar al estado.
Se ha intentado, pero en vano. Apenas hace un tiempo fuimos
testigos de la desaparición forzada de cuarenta y tres jóvenes normalistas que
estaban causando inconvenientes al gobierno. El año pasado vimos el despido de
una periodista por sacar a la luz uno de los fraudes políticos y económicos más
grandes en la historia del país. Cada día nos enfrentamos con historias de
gente que no fue respetada por las autoridades, no por incumplir una ley, sino
por incumplir el anhelo de las autoridades de mantener a un estado sumiso
testigo de la caída del mismo. Pero el
pueblo mexicano parece no estar consciente de esto. No es porque no
sepamos ver, sino porque no sabemos dónde. Los gobiernos se esconden detrás de
noticieros y artículos comprados que los hacen ver buenos y misericordiosos. La
gran mayoría del pueblo mexicano prende la televisión y ve estas noticias, y
por verlo narrado por alguien quien creen se ha ganado su credibilidad, confían
en todo lo que sale de su boca. El pueblo mexicano no sabe diferenciar entre
creer y saber.
Desde una perspectiva más personal, yo y creo que muchos
otros sufrimos del mismo problema. Desde pequeños a algunos nos decían, se
diferente, piensa en grande. Desafortunadamente, las mismas personas que nos
decían eso formaban parte del sistema que nos obliga a pensar igual que todos
los demás y a aprender lo mismo. Es aquí cuando nos enfrentamos a un problema
tanto de principios como de costumbres. ¿Qué tantas ideas son originales?
¿Cuántas cosas diferentes se podrán pensar que no hayan sido pensadas por
alguien más? En la lectura de Ortega y Gasset, el autor nos invita a aprender a
diferenciar entre una idea y una creencia. Esto es de suma importancia pues uno
como persona pensante y analítica, debe saber distinguir y entender el origen
de sus acciones. Las ideas, como lo dice la lectura, son el “pensamiento que se le ocurren acerca de
esto o de lo otro y los que se le ocurren al prójimo al prójimo y él repite y
adopta.”. Como me cuestionaba anteriormente, la originalidad en una idea es
muy poco probable. Es por eso que nuestras ideas son pensamientos adoptados
provenientes de otras personas u otras situaciones. Por el contrario, las
creencias son un conjunto de ideas que en conjunto intentan explicar que es lo
que somos (nuestra identidad).
Este punto se conecta directamente con la lectura que habla
del caso de Damaris González, víctima del sistema. El gobierno tiene como fin
proteger a su estado de cualquier injusticia, pero cuando ellos mismos son los
que nos causan este tipo de agravio, no les queda de otra más que probar que no
fueron ellos los que cometieron tales delitos. Esto nos hace cuestionar un
problema aún más importante. ¿Nuestros gobernantes son capases de tomar las
riendas de este país? La respuesta es un contundente no. Digo contundente por
los recientes resultados tanto en materia económica como de seguridad jurídica.
Un gobierno capaz debería de poder mantener el orden y la paz dentro de sus
habitantes, pero en México un gran número de personas son desaparecidas cada
semana, y la pobreza no deja de aumentar.
Pablo Fernández Christlieb hace un análisis muy adecuado de
como las sociedades han ido percibiendo y valorando de forma distinta los
objetos y eventos a lo largo de la historia, empezando con la separación de los
colores mismos. Antes un color era no un elemento, sino un atributo y
característica de algo. La tierra era café por lo tanto lo café era tierra, y
esto mismo pasaba con lo verde del bosque o lo azul del cielo. No es hasta la
edad media que por primera vez un color empieza a desprenderse del objeto y a
identificarse con algo no necesariamente objetivo. El rojo fue el primero en
conseguir esto, al empezar a representar estatus y realeza. Esto surgió en una
época en la que no había variedad de objetos y creaciones, por lo tanto robar
un elemento tan insignificante para nosotros como lo es hoy en día un vaso de
agua, podría castigarse con la pena de muerte en algunos casos. Esto es debido
a que entre más escasez haya de algo, mayor va a ser su valor, sin importar
cuál es su objetivo. No es hasta años después que el objetivo del artefacto,
sin importar el número que había, le daba valor. Esto se empezó a notar con la
creación de libros, que ya no solo se valoraba por el arduo trabajo de hacerlo,
sino también por el contenido del mismo. Sin embargo aún con esto solo se
valoraba lo físico y palpable, por lo tanto la música o los olores eran cosas inexistentes o poco importantes, ya que no se
sabían percibir. La percepción de tales cosas no llegó hasta décadas después,
cuando la mente humana tuvo la capacidad y tiempo de poder apreciar aquellas
cosas que no se encuentran dentro de uno, sino afuera.
No es hasta el siglo XI cuando se empieza a hacer el intento
de separar y clasificar elementos que antes se creían eran un único objeto.
Esta clasificación podría ser atribuida como la causante de discriminación y
racismo que existe hoy en día. Mientras que tiene un origen honesto, como lo es
el de saber diferenciar entre un ave y otra, los humanos intrínsecamente
buscarán darle un valor distinto a cada una de las clasificaciones, intentando
obtener o formar parte de aquella más exótica o rara. Tal es el caso hoy en día
de cualquier sociedad o país consumista. Antes con el solo hecho de tener un
teléfono era suficiente para saciar cualquier necesidad. Con los “avances”
tecnológicos, cualquier cosa se ha vuelto más compleja, y con esto su valor ha
ido subiendo pues no solo desarrollan nuevas funciones, sino que generan falsas
necesidades que obligan a la gente a obtener dicho producto. De aquí en
adelante, poco a poco la sociedad se empezó tanto a separar como nombrar cada
cosa, desde los tipos de piedras hasta los números de las casas.
Me es muy curioso porque este proceso que se fue
desarrollando a lo largo de la historia para formar la sociedad que tenemos hoy
en día, es muy parecido al de un ser humano a lo largo de su vida. De pequeño
una persona tiene los sentidos muy poco desarrollados y actúa conforme a lo que
ve con sus ojos. Si algo le gusta lo toma y si no llora o lo tira. Es un
sistema muy básico pero efectivo para saber qué es lo que uno quiere. Sin
embargo cuando crece ya empieza a tomar en cuenta otros factores como el olfato,
modificando y haciendo más únicas y específicas aquellas cosas que uno quiere.
El siguiente paso es aquel que la sociedad impone sobre las personas: el valor
económico. En ese momento ya no solo es valioso algo que uno ve y le gusta, pues
uno ahora tiene que ver si alguien más lo tiene, porque si es así ya no es tan
valioso pues es accesible para todo mundo. Se nos empieza a olvidar que
inclusive lo más básico y común como lo puede ser un amanecer, puede llegar a
ser más valioso que cualquier objeto físico escaso. Esto lo puedo conectar con
la primera unidad en la que vimos la epistemología y las tres formas de
relaciones entre el conocido y el conocedor, la más común siendo el
distanciamiento de aquello que nos dicen no es valioso por más necesario que
sea, y la última siendo el encantamiento, dándole un valor sobrenatural a algo
por el simple hecho de ser escaso.
A final de cuentas la sociedad modifica y altera las
creencias de otros con tal de que se haga lo que les convengan. Se puede usar
como ejemplo la mercadotecnia enfocada en el consumismo, al igual que los
discursos religiosos que de igual manera nos hacen creer algo que no necesariamente
estamos seguros de que existe pero por el bien de la sociedad tiene que ser. Es
importante (y por eso estoy sumamente agradecido con esta unidad) saber
identificar como individuo un saber de un conocimiento al igual que de una
idea.
Links: Como referencia a otros conocimientos dejo un par de links para expandir el conocimiento sobre el rol que juegan ciertos factores para nuestra pirámide de valores:
http://www.upworthy.com/teachers-are-doing-one-of-societys-most-valuable-jobs-but-we-sure-dont-treat-them-that-way
Como primer link es un artículo que habla sobre uno de los trabajos menos valorados, como lo es el de un maestro.Como dice la página, este trabajo es indispensable y de suma importancia para el crecimiento de una sociedad, sin embargo la misma sociedad no está dispuesta a otorgarle a estos trabajadores un salario que en verdad represente el trabajo que estan haciendo.
http://lifehacker.com/why-were-so-materialistic-even-though-it-doesnt-make-1486081424
El segundo link intenta explicar porque vivimos en una sociedad tan materialista y lo que esto genera y nos hace sentir.